dissabte, 28 de març del 2015

Marcelo Leal: "Cuando más aprendes es cuando peor se pasa"

La fuerza mental de Marcelo (izquierda) es fundamental para las artes marciales. Foto: Kungfushaolin.com

No le tiembla la voz. Le brillan un poco los ojos pero mantiene la mirada fija e impenetrable mientras, con una media sonrisa, me cuenta las aventuras y peripecias que ha vivido al sureste asiático. Ya en los primeros minutos de entrevista hace gala de un autocontrol asombroso. Con naturaleza, mide cada gesto, cada palabra con extrema precisión.

Bruce Lee y Jacki Chan fueron los ídolos de la infancia de Marcelo Leal. Con esos personajes surgió su pasión casi enfermiza por las artes marciales. A los 11 años se apunta a Takwondo y a los 15 lo combina con el Kick Boxing y el full contact. El guerrero adolescente da más que recibe y gana los tres campeonatos que participa. Su entrenador de artes marciales de Sant Joan de Vilatorrada le inculca la idea de ir a Tailandia. Cuando supera con creces la mayoría de edad, siente que quiere experimentar y se larga durante un mes a China. Una vez allí, todavía tiene que hacer un agotador trayecto de 13 horas, sumado a una hora y media en coche, hasta llegar al Shaolin Temple situado a Dengfeng.
En el momento que pisa el continente asiático, Marcelo se topa con la dura realidad “La primera impresión que tuve sobre China no me gustó nada. El choque cultural fue tremendo. Me impactó mucho. Lo que te pintan por la tele, las pelis y las fotos es totalmente diferente. Llegas allí y lo encuentras todo muy sucio, un ambiente caótico donde nadie respeta los semáforos ni nada”.
Foto: Kravitz Photographer
El templo Shan Dong Proi no es un  hotel donde los turistas van a descansar y a tomar el sol. Nada era como se lo había imaginado a punto estuvo de tirar la toalla y abandonar sus sueños “Al segundo día ya quería volver a casa. No me sentía bien. Iban pasando los días y aguantaba como podía pero estaba cansado, el entreno era demasiado duro, no entendía porque hacía unos ejercicios que no servían para nada. Pensaba que estaban locos. A la cuarta semana ya fue bien pero mi estada allí era para un mes. Cuando estás entrenando durante todo el día, el poco tiempo que tienes para reflexionar piensas en volver a casa y no valoras el día a día. A veces, tenemos el mejor maestro, el mejor sitio, todas las herramientas pero si tú piensas que no estás preparado pensarás que eso es una purriaEn el avión fui consciente de todo el aprendizaje que logré en esas cuatro semanas”.
Marcelo regresó a Cataluña y pasado un tiempo se fue a vivir a Alemania. Después de estar unos meses en el país germánico tenía claro que volvía a estar listo para un nuevo viaje al continente asiático. “En el mes que estuve en el templo, mi maestro Shi Yan Jun había insistido en ir a Tailandia pero en ese momento pasó lo del tsunami y descartamos la idea de ir. Pero un día en Alemania empecé a ver posters relacionados con Tailandia, conocía gente tailandesa por la calle, etc. La vida te da señales y yo me dejo llevar por esas señales, así que ahorré y me fui a Tailandia. Una vez allí, estuve entrenando dos meses seguidos de lunes a sábado sin parar. Vieron mis cualidades y me ofrecieron ser monitor de Muay Thai en un gimnasio de allí. Pero las condiciones de vida eran muy duras. Cobraba un poco más del salario normal de la región pero vivía en una zona turística y todo era mucho más caro. Sobrevivía como podía pero no me importaba no cobrar mucho, yo era feliz allí”.
Marcelo trabajaba de ocho de la mañana a ocho de la noche y tan solo paraba dos horas para comer. El calor asfixiante no ayudaba a hacer más ameno ese horario infernal. “Llegó un día que me dijeron que ese mes no trabajaría porque era la época del año que venían menos turistas. Tenía el dinero suficiente para quedarme un mes a vivir allí pero con el peligro de quedarme sin dinero y no saber cómo volver a casa. También estaba la opción de volver al templo Shan Dong Proi. Llamé al maestro Shi Yan Jun y me fui allí".
“De todos los viajes que he hecho, me quedo con este último viaje a Tailandia. La comida allí era terriblemente peor que la de China, los tailandeses aunque trabajes duro te ven siempre como un turista, sin embargo, es el viaje en el que me he llevado una mayor dosis de aprendizaje en todos los aspectos de la vida. En Tailandia conocí a muchas personas procedentes de todo el mundo que llegaron allí con el objetivo de encontrarse a si mismos. Y te das cuenta que aunque no los conozcas de nada, puedes trabar unos vínculos muy intensos. Allí no importaba si tenías mucho o poco dinero, si tenías un techo donde pasar las noches o si tenías ropa. Lo compartes todo. Lo único que importaba era como eras tú y ya está”.
En el primer viaje Marcelo Leal aterrizó en China con una mochila a punto de estallar de  lo cargada que iba de ropa, ilusión y sueños por cumplir. Después de probar en primera persona el sufrimiento que conlleva cumplir sus sueños, Marcelo volvió a Cataluña sabedor de que el continente asiático le cambió la vida. “Cuando viajas solo te  tienes que espabilar. Dependes de tu mismo y de lo hábil que puedas ser. Realmente se pasa muy mal pero cuando más aprendes es cuando peor lo pasas. Pero cumplir tus sueños recompensa todo ese sufrimiento”.

Marcelo Leal sueña con vivir de las artes marciales al 100%. "De momento todos los sueños que me he propuesto los he cumplido. Ahora ha llegado un momento que quiero dar un paso adelante y ayudar a las personas a autosuperarse, a encontrar el equilibrio y que estén bien física y emocionalmente”
Foto: M.L.


Texto: Aleix Solernou

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